Learning to live

Todos tenemos algo que nos relaciona, ya sean gustos, hobbies, personas, e incluso accidentes, como en este caso. Jóvenes, adultos, niños, cada quién vive su vida como quiere o cómo puede. En Burdeos -Francia -, una de las ciudades más pobladas del país, la vida es relativamente tranquila. Pero claro, como en toda ciudad altamente poblada la vida nocturna es activa, por lo que bares, fiestas constantes, alcohol no faltan en el lugar, pero aquello no es el tema centrar de esta historia. Corría el año 2008 para la familia Barousse, una familia bastante numerosa, formada por ambos padres y siete hijos. Caroline y Hugh, un matrimonio exitoso eran dueños de un conocido restaurant de Burdeos, incluso estaban pensando en crear otra sede al otro extremo del país. Y queriendo concretar aquel negocio tomaron el fatídico vuelo 232. Aquel avión con destino a Paris, se estrelló durante la mitad del recorrido por una falla humana, algo que se pudo haber evitado sin embargo el destino lo quiso así. El vuelo 232 contaba con más de 120 pasajeros, la mayoría habitantes de Burdeos o simplemente familiares que estaban de visita. Aquel accidente unió inevitablemente la vida de cientos de personas, todas sufriendo por amigos o familiares abordo del avión. Y entre ellos están los Barousse. William, el hijo mayor de la familia debe hacerse cargo de sus hermanos y el negocio de sus padres con tan solo 24 años, se ve obligado cumplir una labor extrema para la cual no estaba preparado, sin embargo se esfuerza por salir adelante, sabiendo que probablemente no es el único chico afectado por aquel accidente. Ahora, en el año 2010, los Barousse siguen esforzándose por mantener una vida normal, los hermanos mayores ayudan en todo lo posible a William, pero algunos simplemente son adolescentes que maduraron de forma brutal, y las salidas fáciles abundan en la ciudad, el alcohol para olvidar, las drogas para suavizar, las fiestas en general. Y aquí están estos chicos, simplemente aprendiendo a vivir.